miércoles, 29 de diciembre de 2010

He aquí un hombre libre:
¡El Poeta!.

No duerme por las noches,
jamás está sobrio,
trabaja en los andamios
albañiles de la soledad.

Denomina a los barcos,
bautiza a sus mujeres,
enumera falsas deidades,
carga la mudez
de los otros.

Confiesa a sus amantes
que ama a otra amante
 y se va
hacia lo incomprensible,
es decir,
hacia si mismo.

Deambula por las calles
interpretando la ceguera
de las campanas,
la insensibilidad
de las estatuas
y de los no poetas.

Se muere solo
extirpado de un papel
siempre triste
por una palabra
nunca encontrada.

Entonces:
-¿En donde pernocta su libertad?
-Allí:
en las noches, los barcos,
las campanas, el papel,
las esculturas
de su muerte.

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