Sin luz,
a tientas y zumbidos,
deambulantes aullidos,
susurrantes eslabones
desde allá
nación de ultramar.
El Sóngoro Cosongo
no se pierde de mi lado…
Se acurruca claro de luz
En mi entrecejo.
De azotar,aquella voz gime
arrogante, triunfante
"Fecha a cair,
sujeitos a estas negros
sobrecarregar o puñál.
Eu sou o proprietário dos negros,
sou deus”
con voz
habitada de la bodega
no del negro
si no de alcohol.
A oscuras
encarno mis uñas
al músculo dorsal
triturando la pluma,
desangrando en rojo
que es negro
este último poema
Olginha murió
en su lecho
en colchón
subsuelo,bodega;
ruidos de cadenas
a sotavento,
habitación ocupada,
llena de susurros
de marañas negras
que la fueron a buscar.
Olginha no era su nombre
ni era blanco su atuendo,
ni solitario su pesar.
Voces en multitudes
rompieron
el tragaluz, el espejo,
la mortaja
que entre manos implorantes,
a su dios que de mentir
se entregó a la muerte tribal
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